Mucho se habla últimamente sobre qué deberían hacer los niños al salir del cole. Hay quien dice que ya son suficientes las horas que pasan en clase, que lo que necesitan al salir es tiempo para sí mismos. Tiempo de juego, tiempo de reencontrarse con sus hermanos, con su familia. 
Por otro lado, habrá quien te diga que hay ciertas competencias que no se aprenden en el cole, y que hay que desarrollarlas fuera. O que hay que reforzar algunas que en el cole no se trabajan con tanta profundidad. Bien es cierto también que las figuras parentales tienen más complicada la conciliación a día de hoy, y que este es otro de los motivos por los que necesitan apuntar a sus hijos a actividades extraescolares.

Además, el mundo de hoy es altamente competitivo. Eso es cierto. Y por eso queremos que nuestros hijos estén bien preparados. Sin embargo, tenemos que encontrar un equilibrio. ¿Es suficiente con el cole? ¿Necesitan clases extra?

Como puedes imaginar, no vamos a darte una respuesta única. Porque no la hay. Se trata de que escuchemos a nuestros hijos. De que los entendamos y hagamos lo que creamos que es mejor para ellos. Pero no para su futuro. Para su presente. Lo que más les apetezca o lo que necesiten ahora.  

No podemos escoger pensando en un futuro porque casi seguro que así no acertaremos. Tenemos que tomar la decisión teniendo en cuenta a nuestros hijos tal y como son hoy, con sus gustos de hoy, con sus necesidades de ahora, y con su carácter actual.

Muchos padres apuntan a sus niños a clases de robótica porque piensan que la programación es el futuro. Otros a idiomas varios, si puede ser chino, mejor que mejor. El caso es que destaquen, que sepan hacer cosas que les "sirvan", que les haga "ser mejores". No es la idea que deberíamos perseguir a la hora de escoger una extraescolar

Entonces, ¿qué valorar a la hora de escoger si apuntar o no a nuestros hijos a una extraescolar?

Quizá a tu hijo no le gusta especialmente tocar la guitarra, pero sus dos mejores amigos van y disfruta mucho de esos momentos que comparte con ellos fuera de clase. O quizá le inspira mucho el profe, a lo mejor le hace reir y le hace desconectar un poco de la rutina de la semana. Y tú mientras, quizá piensas que está perdiendo su tiempo, que hay cosas más importantes que tocar la guitarra. Podría aprender idiomas, por ejemplo. Bueno, pues no será el número uno en guitarra, puede que no sea un guitarrista de primera, puede, incluso, que deje la guitarra de aquí a un tiempo y no la vuelva a coger. Quién sabe. Pero eso no significa que no le hayan servido para nada las clases de guitarra. Le han servido porque ha disfrutado de la compañía de sus dos mejores amigos. Le han servido porque le encanta su profesor y se ríe mucho con él. Le han servido mucho. En definitiva, durante su tiempo asistiendo a su extraescolar de guitarra, ha sido feliz.

Debemos observar a nuestros hijos y ver qué quieren y qué necesitan. La escucha es la clave. A lo mejor a tu hijo le encanta pintar. Intenta no pensar en lo "práctico" o "útil" que es la pintura. Intenta pensar en lo que le hace feliz hoy. Igual a tu hijo le encantan las artes marciales. O quizá le apasione el baile. O simplemnte, quizá a tu hijo lo que le apetece es pasar tiempo contigo cuando acaban las clases. Quizá no quiere hacer ninguna extrescolar. Y eso está bien también. Entonces no debería ir. Simplemente no es su momento.

No comparemos a nuestros hijos

Vivimos en un sistema que se basa en la prisa, en la prisa por ser el primero. Nos enorgullecemos cuando nuestros hijos hablan antes de tiempo, caminan antes que los amigos del parque, saben leer y escribir con soltura antes que los compañeros de su clase, y así vivimos. Nos han vendido que necesitamos hijos que hagan todo antes que el resto porque, de lo contrario, nuestros hijos se están quedando atrás. 

Nada más lejos de la realidad, no sólo hay sistemas esocolares increíblemente exitosos en el mundo que no muestran a los niños un libro antes de los 8 años, sino que hay neurocientíficos que dicen que exponer a los niños a conocimientos matemáticos complejos antes de los 10 años es totalmente contraproducente por el propio desarrollo del cerebro. Pero es que, dejando de lado los muchísimos estudios sobre el tema, cada niño lleva un ritmo. Cada niño tiene unos intereses. Y compararlos entre ellos es un error muy grave, porque está altamente comprobado que los niños que viven en ambientes más competititvos que cooperativos, suelen acudir a consultas psicológicas con problemas de baja autuestima y de necesidad constante de reconocimiento, lo que puede derivar en graves problemas de salud mental en la adolescencia y la edad adulta.

No compares a tu hijo con nadie. No le apuntes a actividades extraescolares porque "se lleva saber de algo", porque sus amigos van y piensas que él se va a quedar atrás, o porque crees que algo le va a beneficiar mucho para su futuro. Apúntale si así lo necesitas por motivos de conciliación, y siempre y cuando sea a algo que a él le guste, apúntale cuando él te lo pida, o apuntále cuando creas que asistir a una extraescolar en concreto le va a hacer muy feliz. No pienses que está tirando su vida por la borda si no quiere ir a ninguna, porque por supuesto que no lo está haciendo. No pienses que no va a destacar. No pienses en lo que los amigos de clase sí hacen y tu hijo no. Simplemente déjale ser él mismo. Cada niño es un mundo y eso es perfecto.

Las extraescolares están para que nuestros hijos disfruten haciendo algo que les guste.

Acompañemos sus decisiones, sus gustos y sus pasiones. Así que no hay una respuesta única a la pregunta que lanzábamos al principio. Apunta a tu hijo a lo que he guste, lo que le haga feliz, lo que le haga disfurtar. Si es a tres cosas, busca el tiempo para que pueda hacerlo. Si es a nada, está igualmente bien. Acompañar y respetar es la clave. Guiarle pero sin imponer. Que tenga un buen recuerdo de sus clases extraescolares es el mejor regalo que le podemos hacer.
 

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