¿Has apuntado a tu hijo a alguna extraescolar y se muestra reticente a ir?
Te contamos qué puedes hacer si este es tu caso.
El ser humano teme lo nuevo. La novedad es algo que nos asusta de por sí. No sabemos qué va a pasar. No sabemos a qué nos vamos a enfrentar. Por lo tanto, es muy normal que, pese a que tu hijo te haya pedido que le apuntes a clases de pintura, y sepas que le encanta pintar, de pronto te encuentres que, una vez apuntado, no quiere ir. No le apetece que llegue el martes por la tarde. Simplemente, de pronto, ya no quiere practicar la pintura.
Es posible que, con nuestras mejores intenciones, le digamos "pero si te encanta pintar, ¿cómo no vas a querer ir?", o "no es posible que ahora me digas que no quieres ir cuando fuiste tú el que me dijiste que te apuntara", o "anda, no tengas miedo, que lo vas a pasar genial".
Puede sonar a que le estamos animando pero en realidad no lo estamos haciendo. Le estamos empujando a algo que le da miedo. Y le estamos dejando "gratuitamente" en la cabeza un mensaje subliminal: eres un miedoso, cambias de opinión rápidamente, no te comprendo.
¿Qué hacer si esto pasa?
En vez de estos mensajes, deberíamos reconducir nuestros ánimos de otra manera y con otras palabras. De hecho, piensa que quizá no necesite que le animes. Tan solo que estés. Que lo comprendas. Que valides su emoción. Es vital que un niño se sienta apoyado, no sólo en sus decisiones, sino también en sus emociones y pensamientos.
Por este motivo, prueba a decirle frases como esta: "¿quieres contarme qué sientes y por qué no te apetece ir? Te escucho", o "entiendo que tengas algunos nervios en tu primer día, yo también los tenía siempre", y prueba a contarle alguna anécdota de cuando tu eras pequeño o pequeña, esto siempre les conecta mucho con nosotros. También puedes decirle, si tienes la opción, que tu le vas a compañar hasta la puerta y que vas a quedarte fuera esperando su salida, que si necesita algo durante su clase, que sepa que estás justo al otro lado de la puerta.
A los niños les ayuda mucho pensar que están cerca de su lugar seguro, y su lugar seguro eres tú.
Acompañar sus emociones y sentimientos es muy importante. La infancia es un periodo fundamental en el que pequeñas personitas se están formando. Hay que validar lo que piensan y lo que sienten. De esta forma, dos clases después es muy posible que vaya feliz, contento y sobre todo, que se haya sentido apoyado en todo momento.
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